Blog de AMIR Salud
06 de marzo de 2018
Los efectos de la anestesia son una de las preocupaciones de toda persona que va a someterse a algún tipo de intervención o tratamiento que requiera de sedación o anestesia. Estos son diferentes según el tipo de anestesia administrada.
Duerme una pequeña área del cuerpo muy concreta. La persona a la que se le ha aplicado permanece despierto y puede estar alerta ya que no se adormece. Puede ser tópica (que se aplica sobre la piel) o subcutánea (se inyecta bajo ella).
Es, por ejemplo, el tipo de anestesia que utilizan los odontólogos para realizar empastes, ortodoncias y otras intervenciones dentales. También para pequeñas cirugías ambulatorias.
Saber cuánto dura la anestesia dental o la anestesia local de otro tipo tranquiliza a muchas personas. Es recomendable preguntar al profesional porque dependerá de cuestiones como la dosis administrada por el profesional sanitario.
Adormece áreas grandes del cuerpo en las que se van a realizar determinadas intervenciones sin necesidad de asumir los riesgos de la anestesia general.
La anestesia regional puede ser epidural, espinal o de bloqueo de nervios periféricos. Los profesionales de la medicina determinarán qué tipo es el adecuado para cada paciente y tipo de intervención.
La más común de esta es la anestesia epidural que se administra habitualmente a las mujeres que dan a luz por parto natural. También para intervenciones quirúrgicas de la zona inferior del cuerpo. Algunas personas no sufren efectos secundarios, pero otra sufren náuseas, calambres en las piernas, picazón o dolor de cabeza, entre otros síntomas.
En el caso de la parturienta, en ocasiones la anestesia epidural incapacita a la mujer para empujar y termina obligando a un parto asistido o incluso a una cesárea.
La anestesia general duerme por completo al paciente y lo deja totalmente inconsciente durante un tiempo determinado para realizar la intervención.
Los efectos secundarios de la sedación no son iguales para todos los pacientes. Algunos se recuperan con facilidad y sin ningún síntoma asociado más que el propio del despertar de una sedación. Otros sufren molestias como náuseas y vómitos, mareos o dolor de cabeza. También es relativamente frecuente sentir irritación de garganta así como cambios en la presión sanguínea y dolor general.
Por si misma la anestesia no es peligrosa pero implica unos riesgos. El paciente debe conocerlos antes de someterse a ella. Para minimizar estos riesgos, en las intervenciones programadas que requieren de anestesia regional o general, el paciente tiene una consulta previa con el anestesista. En esta consulta se le hacen unas pruebas previas. Posteriormente se le da información sobre los efectos de la anestesia y sus riesgos en su caso concreto. También sobre cómo debe comportarse antes de recibir la anestesia en cuestiones como la ingesta de alimentos o agua.
Además de los pequeños efectos secundarios que hemos mencionado anteriormente, hay dos riesgos de mayor gravedad: la confusión mental y el paro cardiaco. El primero suele darse en pacientes mayores, normalmente cuando se ha administrado anestesia general, aunque puede suceder en otros casos.
El paro cardiaco es el más grave de los efectos de la anestesia que se da muy raramente, pero cuyo riesgo hay que valorar. Este puede ser debido a diferentes causas. Sin embargo es un riesgo poco frecuente que se da en una de cada entre 15.000 y 25.000 intervenciones con anestesia general, por lo que no es para alarmarse
Si vas a someterte a algún tipo de intervención o tratamiento que requiere sedación parcial o total y estás preocupado, consulta a tu médico anestesista sobre los efectos de la anestesia y plantéale tus dudas y miedos.
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